jueves, 18 de junio de 2009

Tener a Cristo es tener todo

Lo Precioso que es Cristo para sus Seguidores
Cooranbong, Australia, 4 de mayo de 1896.

Me sentí triste al leer vuestra carta que revelaba un espíritu tan deprimido.  Leed Efesios 2: 4-22. Este pasaje me ha sido dado para vosotros.  Leedlo cuidadosamente, como nunca antes lo habéis leído.  Está lleno de instrucción.  El que Cristo more en nuestros corazones por la fe significa contemplar a Cristo, considerar siempre a nuestro querido Salvador como nuestro mejor y más honrado amigo, de manera que no lo ofendamos en ninguno de nuestros actos.  Tenemos siempre esta promesa para consolarnos y ayudarnos: "Porque por gracia sois salvos por la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios".
Recordad que nunca llegará el tiempo cuando la sombra infernal de Satanás dejará de ser arrojada sobre nuestro sendero para obstruir nuestra fe, y eclipsar la luz que emana de la presencia de Jesús, el Sol de Justicia.  Nuestra fe no debe vacilar, sino abrirse paso a través de esa sombra.  Tenemos una experiencia que no ha de ser enterrada en las tinieblas de la duda.  Nuestra fe no descansa en el sentimiento, sino en la verdad.  El inspirado apóstol habla de que somos edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Jesucristo mismo la principal piedra de ángulo.  Se representa a la iglesia de Cristo como una estructura edificada para "morada de Dios en Espíritu".  Si estamos "arraigados y fundados en amor", podremos "comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la longura y la profundidad y la altura, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento". ¡Oh, qué preciosas posibilidades  y ánimo!  En el corazón humano purificado de toda impureza moral reside el precioso Salvador, ennobleciendo y santificando la naturaleza entera, y convirtiendo al hombre en un templo del Espíritu Santo.
 
CRISTO COMO SALVADOR PERSONAL
¿Es pues Cristo un Salvador personal?  Llevamos con nosotros en nuestro cuerpo la muerte del Señor Jesús, que es vida y salvación y justicia para nosotros.  Dondequiera que vayamos, está el recuerdo de Uno que nos es querido.  Permanecemos en Cristo por medio de una fe viva.  El mora en nuestros corazones cuando nos apropiamos individualmente de la fe.  Tenemos la compañía de la presencia divina, y al darnos cuenta de su presencia, nuestros pensamientos son traídos en cautiverio a Cristo Jesús.  Nuestros ejercicios espirituales están de acuerdo con la vividez de nuestro sentido de esta compañía.  Enoc anduvo con Dios en este camino; y Cristo vive en nuestros corazones por la fe cuando consideramos lo que él es para nosotros, y la obra que ha realizado por nosotros en el plan de redención.  Nos sentiremos muy felices al cultivar un sentido de este gran don que Dios dio a nuestro mundo y nos dio a nosotros personalmente.
Estos pensamientos tienen un poder dominante sobre todo el carácter.  Quiero impresionar vuestra mente con el hecho de que podéis tener siempre, si lo queréis, la compañía divina con vosotros.  "¿Y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo".  A medida que la mente se espacia en Cristo, el carácter es modelado a la semejanza divina.  Los pensamientos son saturados de un sentido de su bondad, de su amor.  Contemplamos su carácter, y así él está en todos nuestros pensamientos.  Su amor nos abarca.  Aun al observar un momento el sol en su gloria meridiana, cuando apartamos nuestros ojos, su imagen aparecerá en todo cuanto veamos.  Así ocurre cuando contemplamos a Jesús; todo lo que miramos refleja su imagen, la imagen del Sol de Justicia.  No podemos ver ninguna otra cosa, ni hablar de ninguna otra cosa.  Su imagen está impresa en los ojos del alma, y afecta toda porción de nuestra vida diaria, suavizando y subyugando toda nuestra naturaleza.  Al contemplar, somos conformados a la semejanza divina, a la semejanza de Cristo.  Ante todos aquellos con quienes nos asociamos reflejamos los brillantes y alegres rayos de su justicia.  Hemos sido transformados en carácter; pues el corazón, el alma, la mente, han sido irradiados por el reflejo de Aquel que nos amó y dio su vida por nosotros.  Aquí de nuevo se manifiesta una influencia viva y personal que mora en nuestros corazones por la fe.

LA PRESENCIA PERMANENTE DE JESÚS
Cuando sus palabras de instrucción han sido recibidas, y han tomado posesión de nosotros, Jesús es para nosotros una presencia permanente, que gobierna nuestros pensamientos, ideas y acciones.  Somos imbuidos de la instrucción del mayor Maestro que el mundo conoció jamás.  Un sentido de responsabilidad humana y de influencia humana da carácter a nuestros puntos de vista con respecto a la vida y a los deberes diarios.  Cristo Jesús lo es todo para nosotros: el primero, el último, el mejor en todas las cosas.  Jesucristo, su espíritu, su carácter, da color a todas las cosas; es la trama y urdimbre, la misma textura de nuestro ser entero.  Las palabras de Cristo son espíritu y son vida.  No podemos, pues, centralizar nuestros pensamientos en el yo; no somos ya nosotros los que vivimos, sino que Cristo vive en nosotros, y él es la esperanza de gloria.  El yo está muerto, pero Cristo es un Salvador vivo.  Al continuar mirando a Jesús, reflejamos su imagen hacia todos los que nos rodean.  No podemos detenernos a considerar nuestros desalientos, o aun a hablar de ellos; pues un cuadro más agradable atrae nuestra vista: el precioso amor de Jesús.  El vive en nosotros por la palabra de verdad.
¿Qué le dijo Jesús a la mujer samaritana junto al pozo de Jacob?  "Si conocieses el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber: tú pedirías de él, y él te daría agua viva".  "Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna".  El agua a la cual Cristo se refirió era la revelación de su gracia en su Palabra; su Espíritu, su enseñanza, es una fuente que satisface a toda alma.  Toda otra fuente a la cual recurramos resultará insatisfactoria.  Pero la Palabra de verdad es como frescas corrientes, representadas como las aguas del Líbano, que siempre satisfacen.  En Cristo reside la plenitud del gozo sempiterno.  Los deseos y placeres y atractivos del mundo nunca satisfacen ni sanan al alma.  Pero Jesús dice: "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna".
 La presencia -llena de gracia- de Cristo en su Palabra está siempre hablando al alma, representándolo a él como la fuente del agua viva que refresca el alma sedienta.  Es nuestro privilegio tener un Salvador vivo y permanente.  El es la fuente de poder espiritual implantada dentro de nosotros, y su influencia se manifestará en palabras y acciones, refrescándolo todo dentro de la esfera de nuestra influencia, creando en ellos deseos y aspiraciones de fuerza y pureza, de santidad y  de paz, y del gozo que no trae consigo dolor.  Este es el resultado de un Salvador que mora dentro de nosotros.

LA INTERSECCION DE CRISTO
Jesús dice: "He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo".  El anduvo una vez como hombre sobre la tierra, revestida su divinidad de humanidad, un hombre que sufría y era tentado, perseguido por los ardides satánicos.  Fue tentado en todo punto como nosotros, y sabe cómo socorrer a los que son tentados.  Ahora está a la diestra de Dios; está en el cielo como nuestro abogado, para interceder por nosotros.  Siempre hemos de cobrar consuelo y esperanza al pensar en esto.  El está pensando en los que están sujetos a las tentaciones de este mundo.  Piensa en nosotros individualmente, y conoce cada una de nuestras necesidades.  Cuando seáis tentados, decid: El cuida de mí, él hace intercesión en mi favor, él me ama, él ha muerto por mí.  Miraré sin reservas a él.  Entristecemos el corazón de Cristo cuando vamos condoliéndonos de nosotros  mismos como si fuéramos nuestro propio salvador.  No; debemos encomendar la guarda de nuestras almas a Dios como a un Creador fiel.  El siempre vive para interceder por los probados y tentados.  Abrid vuestro corazón a los brillantes rayos del Sol de Justicia, y no permitáis que un solo suspiro de duda, una sola palabra de incredulidad escape de vuestros labios, para que no sembréis las semillas de duda.  Hay ricas bendiciones para nosotros; apropiémonos de ellas por la fe.  Os ruego que tengáis valor en el Señor.  La fortaleza divina es nuestra; hablemos palabras de ánimo y fortaleza y fe.  Leed el tercer capítulo de Efesios.  Practicad la instrucción dada.  Presentad un testimonio viviente en favor de Dios bajo toda circunstancia.

TESTIMONIOS PARA LOS MINISTROS, p.393-397 (Biblioteca Electrónica, 1993)