martes, 3 de noviembre de 2009

SOLO SON FABULAS

"Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, . . . y ofrécelo allí en holocausto." (Génesis 22:2.)
Ni aun entonces murmuró Abrahán contra Dios, sino que fortaleció su alma espaciándose en las evidencias de la bondad y la fidelidad de Dios.  Se le había dado este hijo inesperadamente; y el que le había dado este precioso regalo ¿no tenía derecho a reclamar lo que era suyo?
No obstante, nadie sino Dios pudo comprender la grandeza del sacrificio de aquel padre al acceder a que su hijo muriese.
En el sitio indicado construyeron el altar, y pusieron sobre él la leña.  Entonces, con voz temblorosa,... Abrahán reveló a su hijo el mensaje divino.  Con terror y asombro Isaac se enteró de su destino; pero no ofreció resistencia.
Por fin se dicen las últimas palabras de amor, derraman las últimas lágrimas, y se dan el último abrazo.  El padre levanta el cuchillo para dar muerte a su hijo, y de repente su brazo es detenido.  Un ángel del Señor llama al patriarca desde el cielo: "Abrahán, Abrahán." El contesta en seguida: "Heme aquí." De nuevo se oye la voz: "No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ya conozco que temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único."
Mediante símbolos y promesas, Dios "evangelizó antes a Abrahán." (Gál. 3:8.) Y la fe del patriarca se fijó en el Redentor que había de venir.  Cristo dijo a los judíos: "Abrahán vuestro padre se gozó por ver mi día; y lo vio, y se gozó." (Juan 8:56.) El carnero ofrecido en lugar de Isaac representaba al Hijo de Dios, que había de ser sacrificado en nuestro lugar.  Cuando el hombre estaba condenado a la muerte por su transgresión de la ley de Dios, el Padre, mirando a su Hijo, dijo al pecador: "Vive, he hallado un rescate."
Fue para grabar en la mente de Abrahán la realidad del Evangelio, así como para probar su fe, por lo que Dios le mandó sacrificar a su hijo.  La agonía que sufrió durante los aciagos días de aquella terrible prueba fue permitida para que comprendiera por su propia experiencia algo de la grandeza del sacrificio hecho por el Dios infinito en favor de la redención del hombre.  Ninguna otra prueba podría haber causado a Abrahán tanta angustia como la que le causó el ofrecer a su hijo.
Dios dio a su Hijo para que muriera en la agonía y la vergüenza.  A los ángeles que presenciaron la humillación y la angustia del Hijo de Dios, no se les permitió intervenir como en el caso de Isaac.  No hubo, voz que clamara:  "¡Basta!" El Rey de la gloria dio su vida para salvar a la raza caída. ¿Qué mayor prueba se puede dar del infinito amor y de la compasión de Dios?  "El que aun a su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros, ¿como no nos dará también con él todas las cosas?" (Rom. 8:32.)
El sacrificio exigido a Abrahán no fue sólo para su propio bien ni tampoco exclusivamente para el beneficio de las futuras generaciones; sino también para instruir a los seres sin pecado del cielo y de otros mundos.  El campo de batalla entre Cristo y Satanás, el terreno en el cual se desarrolla el plan de la redención, es el libro de texto del universo.  Por haber demostrado Abrahán falta de fe en las promesas de Dios, Satanás le había acusado ante los ángeles y ante Dios de no ser digno de sus bendiciones.  Dios deseaba probar la lealtad de su siervo ante todo el cielo, para demostrar que no se puede aceptar algo inferior a la obediencia perfecta y para revelar más plenamente el plan de la salvación.
Entonces se derramó luz sobre el misterio de la redención, y aun los ángeles comprendieron más claramente las medidas admirables que había tomado Dios para salvar al hombre. (Véase 1 Ped. 1: 12.)
(Patriarcas y Profetas 150-152) White

Solo Satanas pudo hacer caer al hombre en el engaño terrible de creer que  Jesus no es el Hijo de Dios y que solo es un titulo, que son eternos y se encontraron un dia en la eternidad. Si el Padre aceptaba el papel de Hijo le tocaba morir a El, vino a morir Jesus no por ser el Hijo sino solo porque le toco.
Dios no sufrio tanto como Abrahan, porque Abrahan estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo unico, en cambio Dios mano un colega, no su Hijo unico. Terrible, muy triste.

"¿Quien es el que vence al mundo sino, el que cree que Jesus es el Hijo de Dios?
Sabemos que somos de Dios y el mundo entero esta bajo el maligno. Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna.
Hijitos, guardaos de los idolos. Amen" (1Juan 5:5; 19-21)

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